Recuerdos

Hace un par de semanas fue uno de aquellos días que, si no dejabas escrito lo que ocurrió, te acabas arrepintiendo por mucho tiempo.  Aquella mañana vino Kamito sensei, el mejor amigo de mi abuelo, para llevarse más libros. Preparé café para todos y estuvimos hablando un buen rato en la mesa del comedor, y en algún momento de la charla surgió que podríamos ir a cenar algo juntos.

Por la tarde nos fuimos para la ciudad, al final sí vamos a cenar.
Con Kamito sensei siempre ha habido algo de distancia y respeto. Es normal, es un doctor respetado y la edad tampoco ayudaba mucho para encontrar temas de conversación... Aquel día toda esa distancia pareció haberse acortado mucho. Nos sentamos uno al lado del otro en un restaurante de sushi, en el cual te preparan y sirven la comida delante de tus narices. La cerveza y el sake ayudaron a romper el hielo, y mi abuelo nos ayudó a encontrar muchos temas de qué hablar. 

Como dos buenos amigos, fueron inseparables desde bien jóvenes. Y en más de un lío se vio involucrado mi abuelo por culpa suya, que era bastante gamberro en aquel entonces. Al parecer a mi bisabuela no le hacía ninguna gracia que fueran juntos...
Pero la guerra cambiaría sus vidas para siempre.


Me relató cómo estaba Japón al final de la Segunda Guerra Mundial cuando volvieron de combatir, y cómo el hecho de ver a todas esas personas heridas sin dinero para costearse un médico, hicieron que decidiera dedicarse a la medicina y ayudar a la gente. "Hay que hacer algo", esas fueron sus palabras.
Yo hoy no estaría aquí si no fuera porque mi abuelo sobrevivió a la bomba atómica. Fue por poco que no lo cuenta. En vez de ir a clase, construían armamento en una fábrica. Un día su profesor, se opuso que al día siguiente siguieran fabricando más armamento. Estaban exhaustos. Sus manos no podían ensamblar más piezas, y tuvieron un día de fiesta después de tanto trabajar. Aquel día de fiesta caería la bomba atómica arrasando la fábrica donde estuvieron trabajando horas antes. Aquel día mi abuelo estaba al otro lado de una montaña y la bomba no le alcanzó de pleno, pero estuvo ingresado por los efectos de la radiación.

Kamito san estuvo al lado de mi abuelo cuando, siendo todavía estudiante de medicina, tuvo que cargar con la responsabilidad de suministrarle medicamentos experimentales para poder curarle las secuelas provocadas por la radiación. En ese momento la mirada de mi bisabuela era diferente, la mala compañía de antaño era ahora su esperanza, y es que mi abuelo estaba muy mal. Tenía la barriga hinchada porque los líquidos de su cuerpo se solidificaban y no licuaban adecuadamente. 
Pero el tratamiento fue como un milagro, ni él sabía si aquel medicamento experimental iba a funcionar... Pero funcionó.
Y estuvo con él mientras se recuperaba, cuando se casó con mi abuela, cuando tuvieron a mi madre y cuando ésta se casó con mi padre. Me dijo que ese fue uno de los momentos más felices de su vida, ver cómo su mejor amigo había tenido dos hijas sanas, y ver a una de ellas contraer matrimonio. Le vio muy mal cuando estaba en el hospital, y nada le alegraba más que verle recuperado y poder reírse juntos por mucho tiempo. 
Ahí entendí hasta qué punto estaban unidos.



Mi abuelo ingresado, 1956..


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